Votar con la cartera: según Leonardo Becchetti – presidente del Comité ético de Etica Funds – cada gesto económico que realizamos con consciencia es un acto de ciudadanía activa que puede cambiar el mundo.
La opción de compra consciente
En una dinámica de mercado basada en la relación entre la oferta y la demanda, los consumidores y los ahorradores responden con sus opciones de compra e inversión a las diversas propuestas de productos y servicios de las sociedades.
En este contexto, ninguna sociedad puede permitirse ignorar a sus clientes, los cuales cuentan con el poder de influir y cambiar concretamente la consistencia y la dirección de la demanda con sus “acciones económicas”. Y, al modificar el consumo en términos de volumen y calidad, estos pueden dar forma a la oferta y al mercado.
Votar con la cartera: una revolución silenciosa
Esta acción “desde afuera” es un auténtico “votar con la cartera”, expresión introducida por el profesor Leonardo Becchetti, catedrático de economía política en la Facultad de Economía de la Universidad de Roma Tor Vergata y presidente del Comité ético de Etica Funds.
Según esta perspectiva, comprar o invertir es como depositar el voto en la urna: es un acto individual que mira al bien colectivo, una elección política transformadora que puede ejercerse a diario y en silencio, sin esperar los plazos electorales.
Forma parte de un proceso participativo y democrático, haciendo realidad una forma de “soberanía del consumidor”, que, de ser un receptor pasivo de actividades económicas, tiene la oportunidad de convertirse en un agente activo de toma de decisiones.
De consumidores a “consumidores”
Para el ciudadano, tomar consciencia de esta capacidad y ponerla en práctica significa ejercer su participación política de manera activa y convertirse en un “consumidor“, un protagonista directo en la vida económica y social de su comunidad.
La dimensión colectiva, al reunir y orientar las elecciones individuales, puede aumentar su peso decisivo y, con el tiempo, transformar un perfil económico no deseado para fomentar uno favorable. Basta pensar, por ejemplo, en la experiencia del comercio justo, que hace unas décadas parecía la ambición de un soñador y, ahora, es un negocio buscado por las multinacionales. Un ejemplo concreto de cómo el crecimiento de una demanda alternativa puede orientar el mercado de forma diferente.
El voto con la cartera y las finanzas éticas: los “ahorradores”
La lógica de la compra responsable es la misma que rige las opciones de ahorro en las finanzas éticas: responsabilidad, participación, justicia social y económica.
Mientras que la compra directa por parte del consumidor es un acto cotidiano y concreto, la práctica de la inversión parece un acto más inmaterial y esquivo. Confiar los ahorros a una sociedad de inversión nos deja a menudo a oscuras sobre el uso real de nuestro dinero.
Etica Funds, inspirada en los principios de las finanzas éticas, hace de la inversión en actividades económicas comprometidas con el bien común su razón de ser. Los inversores pueden convertirse en protagonistas de un cambio real recompensando a quienes protegen los derechos y salvaguardan el planeta, evitando sectores en riesgo social y ambiental, como el de las armas, el juego de azar o las fuentes de energía fósil.
Un círculo virtuoso
Al comprar ciertos productos o elegir soluciones de inversión específicas, los consumidores y ahorradores valoran y dan crédito a ciertos actores económicos en lugar de a otros.
Pueden decidir, por ejemplo, recompensar a las sociedades que, aunque operan en un contexto de competencia de mercado, tienen en cuenta las condiciones de trabajo de sus empleados y el respeto del medioambiente.
Esto activa un proceso bidireccional: las sociedades virtuosas reciben la aprobación de los consumidores y devuelven esta confianza en forma de bienes y servicios sostenibles a la comunidad.
Las sociedades que operan en contextos difíciles desafían la marginación, el crimen organizado y el deterioro medioambiental. Las sociedades que luchan contra la corrupción y la explotación garantizan un sistema fiscal más justo para todos. Las que incluyen a inmigrantes, presos o discapacitados generan ahorros en los costes de explotación y en las subvenciones estatales.
Una elección interesada
En realidad, “votar con la cartera” también es una elección que hace el individuo para proteger su propio interés. Al recompensar las actividades económicas que tienen en cuenta los derechos humanos y el medioambiente y que tienen un comportamiento fiscal ético, el consumidor-ahorrador no solo se guía por una motivación altruista, sino que también se protege a sí mismo.
De hecho, las sociedades responsables protegen a sus empleados difundiendo modelos laborales inclusivos, limitan la contaminación medioambiental creando un impacto positivo en el medioambiente y la sociedad, pagan impuestos en el país donde generan ingresos y contribuyen al bienestar social.
Votar con la cartera: los obstáculos
Hay cuatro obstáculos para votar con la cartera:
- la consciencia del poder que tenemos,
- la información sobre las características éticas de los productos,
- la coordinación de las elecciones,
- la diferencia de precio entre un producto sostenible o no sostenible.
Tal y como dice Becchetti, “esto explica por qué hoy en día el sector en el que realmente el voto con la cartera ha progresado enormemente es el de los fondos de inversión que, cada vez más, votan con la cartera y exigen a las sociedades determinadas normas medioambientales y sociales, y también porque creen que estar por debajo de estas normas significa exponerse a un riesgo. ¿Por qué lo hicieron primero los fondos? Porque resuelven claramente el problema de la consciencia y la información, así como el de la coordinación desde el principio”.
Cuánto “cuesta” votar con la cartera
Toda elección de compra responsable conlleva responsabilidades y consecuencias. Actualmente, en el contexto del consumo, quienes deciden votar con la cartera (y, por tanto, dar prioridad al valor ético de los productos y servicios) tienen que asumir un cierto gasto adicional. El sistema de mercado actual sigue caracterizándose por la lógica de la competencia de precios, un mecanismo que a menudo penaliza la calidad y beneficia a los que operan “a la baja” para maximizar el beneficio. Pero el precio más bajo casi nunca es el precio más justo: otro paga la diferencia, quizás muy lejos de nosotros, con la explotación de la mano de obra, el deterioro del medioambiente o el desmantelamiento del sistema sanitario. Un compromiso de gasto algo mayor permite hacer una elección de compra libre y consciente por un producto justo y solidario.
En cambio, votar con la cartera en el ámbito de los servicios relacionados con el ahorro no tiene ningún coste adicional: la inversión ética es más transparente y no tiene costes adicionales en comparación con otras formas de utilizar el ahorro. Con la diferencia de que genera un valor socioambiental mucho mayor.
¿Qué podemos hacer?
Para votar con la cartera, en primer lugar, es esencial saber y estar informado. Hoy en día existen muchas herramientas y oportunidades para hacerse de datos y noticias sobre productos y sociedades.
En particular, el mundo digital, mediante sitios y aplicaciones dedicados, nos ofrece la posibilidad de consultar clasificaciones e información sobre el comportamiento ético de las marcas, así como leer lo que hay detrás de la etiqueta y el precio de un producto (valor social, respeto de los derechos humanos, protección del medioambiente y prácticas de ahorro energético, etc.).
Acceder a información de calidad es una buena práctica para reconocer a los actores económicos dignos, al tiempo que se desenmascaran casos de greenwashing y social washing.
Actuar y sensibilizar
Aunque algunas entidades financieras han intentado pegar la etiqueta de “sostenible” a sus productos, en realidad “no todo lo que brilla es verde”. Para evaluar la sostenibilidad de una inversión es necesario contar con una larga experiencia y una metodología establecida. Etica Funds se fundó en el año 2000 como sociedad de gestión de activos especializada en inversiones sostenibles y responsables y, desde entonces, toda su gama de productos es 100% responsable.
La misión de la sociedad está escrita en sus estatutos: representar los valores de las finanzas éticas en los mercados financieros, con la convicción de que esto puede traducirse en un valor añadido, no solo para la sociedad y el medioambiente, sino también para las inversiones y el ahorro. Las finanzas éticas, de hecho, sitúan el medioambiente y la sociedad en el centro de las opciones financieras, buscando un doble impacto: en el valor de las inversiones y en el planeta.
¿Qué pueden hacer las instituciones?
Además de los ciudadanos, el Estado también debe cumplir con su parte. Entre sus tareas está la de garantizar una información correcta y transparente sobre el comportamiento social, medioambiental y fiscal de las sociedades. La calidad de la información es fundamental para dar a los ciudadanos los elementos para hacer una elección consciente de compra o de ahorro.
Asimismo, las instituciones pueden actuar mediante leyes y reglamentos activando incentivos y concesiones para las sociedades que demuestren que respetan y fomentan valores útiles para el bienestar de la comunidad.
Acciones concretas que sirvan para orientar de forma ética las compras y los ahorros de los ciudadanos, dando confianza a las cadenas de suministro más eficientes no solo desde un punto de vista económico o financiero, sino también desde una perspectiva socioambiental.
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